Nunca entendí cómo llegué a amarte tanto, jamás he llegado a comprender la razón de aquella obsesión sin razón. Era algo más fuerte que yo, más fuerte que un simple deseo, te necesitaba como el cielo a los pájaros. Cómo el día a la noche, pero cómo la Luna te mostrabas ante mi tan cercana pero tan inalcanzable que sólo podía soñarte. Me hacías daño, por eso nunca entendí cómo llegué a amarte tanto.
He soñado miles de veces en dormir y despertar a tu lado. De amanecer en tu nuca, abrir los ojos en tus pechos y bostezar en tu sexo. Desayunar en tu piel las caricias de tu aliento, alimentarme con mi amor hacia ti, con tu indiferencia hacia mí. Quiero vivir en ti tanto tiempo que me dejes recorrer cada centímetro de tu cuerpo, que olvides mi ser, que dejes de sentir mi alma porque ya sea parte de la tuya. He soñado miles de veces en dormir y despertar a tu lado.
He derramado demasiadas lágrimas saladas, tantas que hoy me hundo en las arenas movedizas que se formaron a mis pies. He llorado por ti más que el resto de ánimas vivientes, llorado más que sonrisas dibujadas en mi rostro cuando despertaba la madrugada. Te sufrí cuál clavel que, inerte e inmóvil, siente y muere cuando esa flor es arrancada para acabar en tu pecho, sin ser yo quién recibiese la sonrisa cómplice de tu boca. He derramado demasiadas lágrimas...
Me prometí tantas veces no amarte más, que perdió su significado, igual que perdió su significado el amarte de esta forma. He querido tantas veces despertar en tu boca que ya ni siquiera recuerdo el día que te empecé a amar. Este dolor se coló en mi cuerpo y mutó mi sonrisa en indiferencia, más tarde en tristeza, igual que la rosa roja injertada en un rosal blanco en la primavera próxima será rosa. Cual sueño se torna en pesadilla, y es que me prometí tantas veces no amarte más.
Tanto te amé, que tú jamás me correspondiste: mi amor era suficiente para los dos...
He soñado miles de veces en dormir y despertar a tu lado. De amanecer en tu nuca, abrir los ojos en tus pechos y bostezar en tu sexo. Desayunar en tu piel las caricias de tu aliento, alimentarme con mi amor hacia ti, con tu indiferencia hacia mí. Quiero vivir en ti tanto tiempo que me dejes recorrer cada centímetro de tu cuerpo, que olvides mi ser, que dejes de sentir mi alma porque ya sea parte de la tuya. He soñado miles de veces en dormir y despertar a tu lado.
He derramado demasiadas lágrimas saladas, tantas que hoy me hundo en las arenas movedizas que se formaron a mis pies. He llorado por ti más que el resto de ánimas vivientes, llorado más que sonrisas dibujadas en mi rostro cuando despertaba la madrugada. Te sufrí cuál clavel que, inerte e inmóvil, siente y muere cuando esa flor es arrancada para acabar en tu pecho, sin ser yo quién recibiese la sonrisa cómplice de tu boca. He derramado demasiadas lágrimas...
Me prometí tantas veces no amarte más, que perdió su significado, igual que perdió su significado el amarte de esta forma. He querido tantas veces despertar en tu boca que ya ni siquiera recuerdo el día que te empecé a amar. Este dolor se coló en mi cuerpo y mutó mi sonrisa en indiferencia, más tarde en tristeza, igual que la rosa roja injertada en un rosal blanco en la primavera próxima será rosa. Cual sueño se torna en pesadilla, y es que me prometí tantas veces no amarte más.
Tanto te amé, que tú jamás me correspondiste: mi amor era suficiente para los dos...
+-+VII.bmp)